domingo, 23 de abril de 2017

Adiós


No es fácil decir adiós. No lo es siquiera a lo desagradable (seamos sinceros, cuesta), mucho menos a lo agradable. Y este es mi caso.
Después de más de año y medio, de venir de una manera, cambiar a otra, y terminar de un modo totalmente opuesto, es momento de despedirse. Madrid, me lo has dado todo, me lo has quitado, y me has dejado con valiosas lecciones, con amistades de las de verdad, y con todo el terreno preparado para lo que viene a continuación.
Ha sido gracias a ti, que tanto me has ofrecido y sigues ofreciéndome aún en el día en que te digo adiós, que hoy tengo un poco más claras mis virtudes, y puedo pelear mejor contra mis defectos. Eres una "tierra de oportunidades", un lugar que nunca terminas de explorar y, en mi caso, el lugar donde he conseguido conocer más a fondo al Juan que ha vivido durante casi 26 años.
Me da muchísima pena marcharme. Por suerte es pena de la buena, pena que sale porque sé lo que dejo aquí, que por otro lado no pierdo. Sí me alejo irremediablemente, más aún teniendo en cuenta el soberano coñazo que es viajar de San Sebastián a Madrid. Pero lo dicho, dejo en Madrid muchos buenos recuerdos, muchas buenas personas. Ha costado, pero me marcho en el momento perfecto en términos personales,  y anímicos.
Me quedaría mucho más, quienes me habéis preguntado y habéis hablado conmigo del tema sabéis que me da muchísima lástima no poder disfrutar más de esta maravillosa etapa. La vida a veces te hace saborear lo mejor, te deja en la cumbre, para que cuando te marches recuerdes eso como algo increíble. Mi madre, en su día, siempre nos decía que cuando salíamos de noche lo mejor era volverse en el mejor momento, y no en el de más bajón, porque te quedabas con peor sensación que si te forzabas a marcharte más temprano. Y la verdad es que no le faltaba razón… aunque ella lo hacía porque no quería dejarnos salir de más, pero la lección estaba ahí igualmente.
Cada ruptura de mi rutina, cada cambio de aires, cada cambio de chip, me provocan una tristeza tremenda. Sé que el apego en general a algo no es necesariamente bueno, que las costumbres cuesta quitarlas y que hay que tener una mentalidad capaz de moverse hacia adelante sin que la puedan entorpecer elementos que van a quedarse atrás. Pero es que no somos pocos los que sentimos especial cariño por aquellos momentos, lugares o personas que creemos que han sido los artífices de que seamos a día de hoy los que somos.
Don Ramón de la Cruz 90, Bretón de los Herreros 45, Dulcinea 35, CEG, Castellana 110, Torre de Cristal… Alberto, Patricio, Teresa, Karla, Tamara, Dani, Lucía, Charlotte, Almalucia, María, mi Anita, Emilio, Cris, Vic, Carlota, War… y muchos otros. Gracias.
A unos por acogerme en Madrid, a otros por apoyarme, a otros simplemente por estar… A todos os tengo algo que agradecer porque habéis estado a mi lado en las buenas y en las malas. Habéis creído en mi cuando yo mismo no lo hacía, y habéis puesto de vuestra parte para que yo estuviera bien. He sido pesado hasta la saciedad en algunos momentos pero no habéis renunciado a ayudarme. Y eso no se olvida.
Hay veces en las que crees que sabes mucho de algo, o de todo, un "tolosa" que llamamos. Y quizás sea cierto que en el fondo somos conscientes de lo que nos rodea, de lo que mueve a las personas, pero hasta que no experimentan algo que haga que muestren su verdadero ser, no puedes aprender ninguna lección. Y he conseguido aprender varias lecciones, unas por las buenas y otras por las malas.
De las que he aprendido por las malas, todos los que me conocéis habéis sido partícipes de un modo u otro. Han sido momentos, días, meses… Una parte importante de esta etapa que hoy se acaba. Y quiero sacarle el lado positivo, ya con la capacidad de verlo desde la distancia y la indiferencia. Solo podría decir que de todo se puede aprender, más aún de lo que uno no tiene ni que experimentar. Nunca diría tanto como "agradecer", pero sí creo que hasta lo malo ha jugado un papel importante, y ha motivado que algo dentro cambie, que se produzca un antes y un después, que lo que quizás estaba antes hibernando haya despertado. Y sé que va a ser fundamental para lo que viene ahora, en lo profesional y en lo personal. Y a quien haya podido generar esta situación no le guardo ningún rencor, porque vivir con eso es tener un grave problema, y no podemos darle el lujo de, una vez pasado lo malo, permitirle que siga haciendo que nos sintamos mal, en este caso por tener esa sensación de que deseas que pague por lo que ha hecho. Te pega su propia forma de ser, su vacío e insatisfacción, y creedme que eso puede devoraros por dentro.
De las que se han aprendido por las buenas, solamente quiero remarcar que estamos, desgraciadamente, muy condicionados por estereotipos, por prejuicios… Y que hay ocasiones en las que esos defectos nos crean barreras que no nos dejan ver la realidad. Todo lo bueno que me han mostrado las personas, todo eso que no pensaba que pudiera ser como creía, lo he recibido y lo he aplaudido. Mucho tengo que aprender todavía, en la parte que menos se ve de mi.
Y, ¿a quién no le ha pasado que, después de un tiempo y de sentirse bien en un sitio, pasea por ciertas calles, se para, se sonríe a sí mismo como un tonto y piensa "mira, ahí estuve con nosequién, ahí pasé tal día, etc"? A mí me ha pasado continuamente. Nostalgia. Es una sensación totalmente distinta a la que pude vivir cuando dejé Pamplona después de 6 años, y eso que también me dio pena. Pero es Madrid, por el motivo que sea, la ciudad que más me ha marcado. Hay tantos lugares por los que he paseado, tantos sitios que he visitado… He de reconoceros que aun hay sitios que olvido recordar, y que si Dios quiere podré en un tiempo verlos desde otra perspectiva y poder sumarlos a lo bonito de esta experiencia.
Aunque pueda parecer lo contrario, apenas me salen palabras para describir lo agradecido que estoy a todos los que os habéis molestado en conocerme, y no sabéis la tristeza que me da dejar esta ciudad. No quiero alargarme, porque no terminaría de ir describiendo uno a uno los momentos y personas tan increíbles que he tenido la oportunidad de vivir y conocer.
Así que gracias, de corazón. Tenéis un amigo para cuando lo necesitéis.
Y tú, Madrid, un pequeño gran hueco en mi corazón.