No es fácil
decir adiós. No lo es siquiera a lo desagradable (seamos sinceros, cuesta),
mucho menos a lo agradable. Y este es mi caso.
Después de más
de año y medio, de venir de una manera, cambiar a otra, y terminar de un modo
totalmente opuesto, es momento de despedirse. Madrid, me lo has dado todo, me
lo has quitado, y me has dejado con valiosas lecciones, con amistades de las de
verdad, y con todo el terreno preparado para lo que viene a continuación.
Ha sido gracias
a ti, que tanto me has ofrecido y sigues ofreciéndome aún en el día en que te
digo adiós, que hoy tengo un poco más claras mis virtudes, y puedo pelear mejor
contra mis defectos. Eres una "tierra de oportunidades", un lugar que
nunca terminas de explorar y, en mi caso, el lugar donde he conseguido conocer
más a fondo al Juan que ha vivido durante casi 26 años.
Me da muchísima
pena marcharme. Por suerte es pena de la buena, pena que sale porque sé lo que
dejo aquí, que por otro lado no pierdo. Sí me alejo irremediablemente, más aún
teniendo en cuenta el soberano coñazo que es viajar de San Sebastián a Madrid.
Pero lo dicho, dejo en Madrid muchos buenos recuerdos, muchas buenas personas.
Ha costado, pero me marcho en el momento perfecto en términos personales, y anímicos.
Me quedaría
mucho más, quienes me habéis preguntado y habéis hablado conmigo del tema
sabéis que me da muchísima lástima no poder disfrutar más de esta maravillosa
etapa. La vida a veces te hace saborear lo mejor, te deja en la cumbre, para
que cuando te marches recuerdes eso como algo increíble. Mi madre, en su día,
siempre nos decía que cuando salíamos de noche lo mejor era volverse en el
mejor momento, y no en el de más bajón, porque te quedabas con peor sensación
que si te forzabas a marcharte más temprano. Y la verdad es que no le faltaba
razón… aunque ella lo hacía porque no quería dejarnos salir de más, pero la
lección estaba ahí igualmente.
Cada ruptura de
mi rutina, cada cambio de aires, cada cambio de chip, me provocan una tristeza
tremenda. Sé que el apego en general a algo no es necesariamente bueno, que las
costumbres cuesta quitarlas y que hay que tener una mentalidad capaz de moverse
hacia adelante sin que la puedan entorpecer elementos que van a quedarse atrás.
Pero es que no somos pocos los que sentimos especial cariño por aquellos
momentos, lugares o personas que creemos que han sido los artífices de que seamos
a día de hoy los que somos.
Don Ramón de la
Cruz 90, Bretón de los Herreros 45, Dulcinea 35, CEG, Castellana 110, Torre de
Cristal… Alberto, Patricio, Teresa, Karla, Tamara, Dani, Lucía, Charlotte,
Almalucia, María, mi Anita, Emilio, Cris, Vic, Carlota, War… y muchos otros.
Gracias.
A unos por
acogerme en Madrid, a otros por apoyarme, a otros simplemente por estar… A
todos os tengo algo que agradecer porque habéis estado a mi lado en las buenas
y en las malas. Habéis creído en mi cuando yo mismo no lo hacía, y habéis
puesto de vuestra parte para que yo estuviera bien. He sido pesado hasta la
saciedad en algunos momentos pero no habéis renunciado a ayudarme. Y eso no se
olvida.
Hay veces en
las que crees que sabes mucho de algo, o de todo, un "tolosa" que
llamamos. Y quizás sea cierto que en el fondo somos conscientes de lo que nos
rodea, de lo que mueve a las personas, pero hasta que no experimentan algo que
haga que muestren su verdadero ser, no puedes aprender ninguna lección. Y he
conseguido aprender varias lecciones, unas por las buenas y otras por las
malas.
De las que he
aprendido por las malas, todos los que me conocéis habéis sido partícipes de un
modo u otro. Han sido momentos, días, meses… Una parte importante de esta etapa
que hoy se acaba. Y quiero sacarle el lado positivo, ya con la capacidad de
verlo desde la distancia y la indiferencia. Solo podría decir que de todo se
puede aprender, más aún de lo que uno no tiene ni que experimentar. Nunca diría
tanto como "agradecer", pero sí creo que hasta lo malo ha jugado un
papel importante, y ha motivado que algo dentro cambie, que se produzca un
antes y un después, que lo que quizás estaba antes hibernando haya despertado.
Y sé que va a ser fundamental para lo que viene ahora, en lo profesional y en
lo personal. Y a quien haya podido generar esta situación no le guardo ningún
rencor, porque vivir con eso es tener un grave problema, y no podemos darle el
lujo de, una vez pasado lo malo, permitirle que siga haciendo que nos sintamos
mal, en este caso por tener esa sensación de que deseas que pague por lo que ha
hecho. Te pega su propia forma de ser, su vacío e insatisfacción, y creedme que
eso puede devoraros por dentro.
De las que se
han aprendido por las buenas, solamente quiero remarcar que estamos,
desgraciadamente, muy condicionados por estereotipos, por prejuicios… Y que hay
ocasiones en las que esos defectos nos crean barreras que no nos dejan ver la
realidad. Todo lo bueno que me han mostrado las personas, todo eso que no
pensaba que pudiera ser como creía, lo he recibido y lo he aplaudido. Mucho
tengo que aprender todavía, en la parte que menos se ve de mi.
Y, ¿a quién no
le ha pasado que, después de un tiempo y de sentirse bien en un sitio, pasea
por ciertas calles, se para, se sonríe a sí mismo como un tonto y piensa "mira,
ahí estuve con nosequién, ahí pasé tal día, etc"? A mí me ha pasado
continuamente. Nostalgia. Es una sensación totalmente distinta a la que pude
vivir cuando dejé Pamplona después de 6 años, y eso que también me dio pena.
Pero es Madrid, por el motivo que sea, la ciudad que más me ha marcado. Hay
tantos lugares por los que he paseado, tantos sitios que he visitado… He de
reconoceros que aun hay sitios que olvido recordar, y que si Dios quiere podré
en un tiempo verlos desde otra perspectiva y poder sumarlos a lo bonito de esta
experiencia.
Aunque pueda
parecer lo contrario, apenas me salen palabras para describir lo agradecido que
estoy a todos los que os habéis molestado en conocerme, y no sabéis la tristeza
que me da dejar esta ciudad. No quiero alargarme, porque no terminaría de ir
describiendo uno a uno los momentos y personas tan increíbles que he tenido la
oportunidad de vivir y conocer.
Así que
gracias, de corazón. Tenéis un amigo para cuando lo necesitéis.
Y tú, Madrid,
un pequeño gran hueco en mi corazón.